Soraya

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En Argentina hay una ciudad cuyo diseño y planeamiento fue paradigma del urbanismo del siglo XIX: La Plata. Es el símbolo de una generación de pensadores y aristócratas, conocidos como la generación del 80, que perseguían la construcción de la nación moderna, normalizadora de cualquier deje de diversidad. La ciudad tiene un espacio verde cada seis cuadras, plazas o parques que oficialmente llevan el nombre de algún general o coronel; pero en los mundillos, que también habitan el espacio, se les ha dado otros nombres, nombres que recuerdan a compañeras travestis asesinadas en crímenes de odio.

El sábado, 19 de junio de 2021, Wanda Soraya, mujer trans migrante, se encontraba en la Zona Roja de la ciudad, donde ejercía el trabajo sexual, cuando un hombre desde un auto la atacó a balazos y la mató a quemarropa.

Valentina Pereyra, secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR), explicó que entre las múltiples vulneraciones que sufren las travestis y trans en Argentina está el acceso a la justicia: “En el caso de Soraya la causa no avanzó prácticamente desde el sábado en el que la asesinaron”. El travesticidio social es la suma de todas las violencias que existen sobre el colectivo travesti-trans, cuyo último eslabón es el travesticidio, transfemicidio y transhomicidio.

La expulsión de sus hogares a edades muy tempranas, la falta de acceso a la educación, a la salud, la falta de representación mediática, la criminalización mediática o los crímenes de odio conforman una compleja cadena de engranajes, de vulneraciones a los derechos humanos, que explican por qué en Argentina el promedio de vida de las personas travestis y trans es menor a 40 años.

Nota de Charo Zeballos para Pikara Magazine